Tlacotalpan, Catemaco y Eyipantla 2024

Día uno (2 de febrero)

Eyipantla – Catemaco – Nanciyaga – Tlacotalpan

A primera hora llegaremos a la región del Sotavento, conociendo los paisajes naturales de Los Tuxtlas (el Sotavento comprende las regiones geográficas de Los Tuxtlas, el Istmo y las Llanuras del Sotavento), y tendremos oportunidad de conocer Eyipantla, donde habrá tiempo para desayunar y conocer la cascada del Salto de Eyipantla, considerada una de las grandezas del estado, por su belleza y por la fuerza con la que cae el agua de sus 40 metros de ancho y 60 metros de altura.

Continuaremos con nuestra visita al lago de Catemaco, parte de la gran cuenca del Río Papaloapan, el cual tiene más de 7,000 hectáreas de superficie, con una profundidad en promedio de 7.6 metros. La cuenca del Papaloapan forma parte de la Sierra de los Tuxtlas y la Sierra de Santa Marta, mismas que cuentan con una alta biodiversidad rica en recursos hídricos y especies tanto en flora como en faun, por lo que, la Universidad Nacional Autónoma de México cuenta con una Estación de Biología Tropical en San Andrés Tuxtla, muy cerca de Catemaco.

A la Laguna de Catemaco la conoceremos con un paseo en lancha (con opción de conocer a quienes ofrecen servicios como brujos) y al final de este recorrido, visitaremos la reserva natural de Nanciyaga. Se trata de una reserva ecológica, que se encuentra frente al lago de Catemaco, rodeada por un bosque con abundante vegetación y dedicada a la conservación del medio y de las especies que en ella habitan.

Catemaco es una ciudad conocida por su sincretismo religioso; es decir, a través de su historia ha mantenido una mezcla de creencias provenientes de religiones como la Yoruba (proveniente de África), llegada a Cuba en el siglo XIX con el lamentable auge de tráfico de esclavos a la isla y a América, y de elementos católicos; la santa patrona es la Virgen del Carmen de Catemaco.

Después de nuestra visita a Nanciyaga regresaremos a Catemaco para poder descansar en las habitaciones de nuestro hotel. Por la tarde noche tendremos una salida opcional a Tlacotalpan, pero quienes prefieran quedarse a descansar en el hotel lo podrán hacer sin problema.

Tlacotalpan de tarde-noche (opcional)

El 2 de febrero se festeja la Virgen de la Candelaria en Tlacotalpan, y aunque los festejos empiezan desde el 31 de enero y terminan hasta el 4 de febrero, la noche del día 2 es especial por un gran fandango nocturno y por el concierto principal que se realiza en esta noche, y que en esta ocasión espera la participación de bandas como La Adictiva. Regresaremos al hotel por la madrugada, después de terminadas estas presentaciones.

Durante todos estos días se realizan actividades tradicionales, como el encuentro de jaraneros (de todo el país), cabalgata, carrera de caballos, mojigangas, voladores de Papantla, suelta de toros y el encuentro de trova. Además de actos culturales como los talleres de papalotes, exposición de pintores y competencias deportivas (la regata). Alojamiento en Catemaco.

Alojamiento en Catemaco.

Día dos (3 de febrero)

Roca partida – Tlacotalpan

Después del desayuno, continuaremos nuestro camino hacia Roca Partida en los Tuxtlas Veracruz, convertido en uno de los destinos turísticos importantes del estado, debido a sus paisajes únicos, por sus rocas volcánicas y acantilados con verdes veredas, que se unen con mares y ríos. Abordaremos una lancha para acceder a playas vírgenes donde podremos nadar o practicar snorkel en sus aguas.

El principal atractivo de Roca Partida son sus acantilados de hasta cien metros de altura, desde los cuales podremos apreciar toda la belleza de los Tuxtlas, por un lado, podremos observar el mar y, por otro lado, verdes senderos y acantilados que hacen una vista única en el estado. Visitaremos en el paseo en lancha la Cueva del pirata, en la que se cuenta la leyenda del famoso pirata Laurent De Graff o Lorencillo (por su baja estatura), que supuestamente escondió ahí parte de los tesoros que obtuvo durante su saqueo en el puerto de Veracruz en el siglo XVII. Hoy en día, es el punto donde la gente practica el descenso en rapel, por lo que suben hasta lo más alto de la “roca partida” y desde ahí, descienden alrededor de 42 metros para llegar a la entrada de la cueva. 

Al término de nuestras visitas, regreso y alojamiento en Tlacotalpan. Tarde-noche libre.

Día tres (4 de febrero)

Tlacotalpan – Ciudad de México

Caminata en Tlacotalpan antes del amanecer (del hotel al muelle). City tour en este bello lugar. Recorrido en lancha por el Papaloapan (opcional). Registro de salida del hotel.

Además de ser el corazón del Sotavento, Tlacotalpan es conocido como la perla del Papaloapan. El río Papaloapan es uno de los más grandes e importantes de México, recorre las ciudades de San Juan Bautista Tuxtepec, Oaxaca, Otatitlán, Tlacojalpan, Cosamaloapan, Tlacotalpan y Alvarado.

A primera hora realizaremos un primer recorrido para ver el amanecer y aprovechar estas horas especiales del día (hora azul y hora dorada) para practicar fotografía de los bellos paisajes y, sobre todo, de la arquitectura de Tlacotalpan, cuya belleza particular deriva de que la mayor parte de las casas fueron propiedad de grandes ricos hacendados que se aprovecharon por décadas del sistema de desigualdad y corrupción del país (sobre todo durante el periodo previo a la Revolución Mexicana), las cuales fueron prácticamente abandonadas cuando en el periodo de Porfirio Díaz se construyó el ferrocarril, que dejó vino a sustituir la importancia que tenía el Papaloapan para el tránsito de mercancías.

Ya durante el día se seguirán recorriendo las calles de Tlacotalpan en nuestro City Tour para después dirigirnos al muelle para abordar las lanchas que nos llevarán por un recorrido a través de este importante río.

Así, durante nuestros recorridos por Tlacotalpan reflexionaremos sobre la importancia histórica y cultural de este lugar, como parte de la región del Sotavento y punto de origen de lo que se ha llamado “cultura jarocha”. El apelativo de jarocho proviene de un término utilizado para designar a los afromexicanos que manejaban el ganado vacuno usando una jara –una lanza con punta y gancho– que además de usarse para el ganado era un arma. Los jarochos eran la fuerza de trabajo de las haciendas ganaderas.